Bolsonaro cae en prisión preventiva tras manipular tobillera y elevar riesgo de fuga
Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil y condenado por intentar revertir su derrota electoral en 2022, fue recluido este sábado en las instalaciones centrales de la Policía Federal en Brasilia. La medida, dictada por el magistrado Alexandre de Moraes, responde al “alto riesgo de fuga” tras detectarse la manipulación de la tobillera electrónica que debía monitorear sus movimientos mientras cumplía arresto domiciliario.
De acuerdo con el expediente judicial, el dispositivo registró alteraciones minutos después de la medianoche. El juez considera que Bolsonaro buscaba aprovechar la confusión generada por una vigilia convocada por su hijo, el senador Flavio Bolsonaro, frente al domicilio familiar. La cercanía de la Embajada de Estados Unidos y antecedentes de intentos de asilo político fueron elementos claves en la decisión.
Bolsonaro, de 70 años, fue condenado en septiembre a 27 años de prisión por liderar el intento de golpe de Estado. Desde agosto permanecía confinado en su residencia por orden judicial. Ahora ocupa una sala para autoridades en la superintendencia policial, con condiciones especiales por su calidad de exmandatario y su historial médico.
El juez Moraes pidió evitar su exposición pública, mantenerlo sin esposas y disponer de personal médico permanente. El Supremo analizará el lunes si mantiene la prisión preventiva.
La tensión política escaló tras el llamado de Flavio Bolsonaro a movilizar a los simpatizantes del expresidente. En un video difundido en redes, el senador apeló a un discurso de “batalla espiritual” para pedir apoyo en las calles.
El episodio ocurre en pleno cierre de la COP30 en Belém y mientras el presidente Luiz Inácio Lula da Silva participa en el G-20. En paralelo, la defensa de Bolsonaro solicitó que la condena se cumpla bajo arresto domiciliario humanitario, alegando que su ingreso a prisión pone en riesgo su vida debido a problemas crónicos derivados del atentado que sufrió en 2018.
La situación se agrava tras la fuga del diputado Alexandre Ramagem, condenado a 16 años y actualmente en Estados Unidos pese a la prohibición de salir de Brasil. Es el cuarto parlamentario del bolsonarismo que evade a la justicia, un factor que influyó en el endurecimiento de medidas contra el exmandatario.
Entre los fugados figura Eduardo Bolsonaro, también investigado por coacciones al Supremo. Durante meses presionó desde Estados Unidos para que el Gobierno de Donald Trump intercediera a favor de su padre. Las sanciones económicas y el tarifazo impulsados por Trump no evitaron la condena final, aunque recientemente fueron suavizados tras un encuentro con Lula.
Bolsonaro, además de estar políticamente inhabilitado, tiene prohibido usar redes sociales desde hace tres meses, lo que ha reducido su presencia en la agenda pública. Aun así, se prevé que mantenga influencia en la definición del candidato de la derecha para 2026.
El gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas —perfilado como sucesor natural del bolsonarismo— defendió al exmandatario y aseguró que “el tiempo demostrará su inocencia”.
La detención reaviva el debate sobre el régimen bajo el que Bolsonaro cumplirá sentencia: una comisaría, prisión domiciliaria, un penal de máxima seguridad o una instalación militar. También resuena la memoria de movilizaciones pasadas: desde la vigilia que acompañó a Lula cuando estuvo preso en 2018, hasta los campamentos bolsonaristas que precedieron al asalto a las sedes de los tres poderes en enero de 2023.
El caso se vuelve más delicado ante el inminente inicio de condenas para varios generales sentenciados por golpismo, un hecho sin precedentes en Brasil.
Fuente: El País
